En el arrepentimiento solo hay pesar por el pecado; en la conversión hay un cambio de mente. Se da una vuelta total hacia Dios. Volver a la obediencia a la voluntad expresa de Dios. Es nuestra respuesta a la gracia de Dios. Solo el que se arrepiente y se convierte, eludirá el juicio venidero. Arrepentimiento genuino y fé. La verdadera conversión se manifiesta en rendición, santidad y actividad.
Una vez arrepentidos y convertidos, el Espíritu Santo, a través de una obra sobrenatural, da el nuevo nacimiento.
El nuevo nacimiento es la transformación de nuestra naturaleza espiritual, lo cual resulta en vida eterna y una nueva perspectiva.
Cuando las preocupaciones de la vida se convierten en el objetivo principal de nuestro interés, nos olvidamos del reino de Dios y es entonces cuando retornamos al pecado, al retornar al pecado enfrentaremos el juicio de Dios.
Solo los que se arrepienten, se convierten y tienen un nuevo nacimiento, eludirán el juicio divino.
Bendecido día.
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