“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos, hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”.
El apóstol Pedro, confirma en
estos versículos, a las santas
escrituras como palabra profética segura, en la cual podemos depositar nuestra
esperanza, a través de la fe, revelada en la misma, como un don especial de
Dios. Da a entender, que estamos en un
lugar oscuro, que así se halla el actual mundo; lleno de conflictos,
incertidumbres, maldad y todo tipo de pecado, pero que esa palabra, es como una
antorcha o una luz, que nos permite orientarnos con seguridad hasta nuestra
muerte o hasta la venida de nuestro Señor Jesús, en medio de esa oscuridad. En este caso, Jesús, es el lucero de la mañana, resplandeciente, en
un nuevo periodo que viviremos, con aspecto de día eterno, después del juicio.
A esta palabra debemos estar
atentos, porque ella es la luz que nos permite romper la inseguridad en medio
de la oscuridad que vivimos, y muestra el camino a seguir.
Cuando nos encontramos en un
cuarto completamente oscuro, sin la mínima expresión de luz, la sensación que experimentamos es de inseguridad, de temor. Aun cuando tengamos ojos, no vemos, porque
nuestros ojos ven gracias a la claridad o al resplandor de la luz. La oscuridad no se experimenta por la
carencia de ojos, sino por la ausencia de luz. Aunque necesitamos de los ojos para poder
observar lo que la luz permite reflejar.
Jesús es la luz, y con su luz, permite que también seamos luz en medio
de la oscuridad. Su palabra es luz,
porque le revela a él y a nuestro padre celestial, y en estos seres sólo hay
luz y ninguna oscuridad, por lo tanto, lo que sale de sus bocas, sólo es luz.
Resta decir que la biblia es
palabra segura, porque las profecías que en ella hay, no son profecías que
cualquiera pretenda interpretar a su manera, sino que es una sola su
interpretación, puesto que fue dada por inspiración divina. Su interpretación es solo el propósito de
Dios, que es revelado a hombres bajo la unción del Espíritu Santo, para que el
mensaje sea emitido a todos los hombres y mujeres del mundo, y acogido en el corazón por los que van a formar la
iglesia del Señor.
El estar atento a esta antorcha,
implica la lectura diaria de las Santas escrituras; antorcha que además se
constituye también en espada para el Espíritu, uno de los elementos con que
vecemos al enemigo. Pero la biblia es también verdad, esperanza y vida; es
principio ético y norma de convivencia.
Es un parámetro de relación con Dios.
Es el libro que revela a Dios y marca el sendero de la salvación para
vida eterna. Es palabra de Dios mismo y alimento de fe. Estudiar la biblia, meditar su contenido y
obedecer sus mandatos y preceptos, constituye en las personas, un estilo de vida.
Lámpara es a mis pies tus palabras y
lumbrera a mi camino, Salmo 119:
105.
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