sábado, 25 de agosto de 2012

DIOS ES NUESTRO CABESTRILLO Y NUESTRO FRENO

Salmo   32:8-9 

Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;
Sobre ti fijaré mis ojos.

32:9 No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento,
Que han de ser sujetados con cabestro y con freno,
Porque si no, no se acercan a ti.

Los versículos en referencia, nos recuerdan  que al igual que el pueblo de Israel divagó cuarenta años por el desierto como consecuencia de su desobediencia y de su pecado, retardando la entrada a la tierra prometida,  de la misma manera, nosotros podemos estar divagando por este mundo alejados de Dios.

El cabestro es una cuerda colocada en el cuello del caballo o del mulo para conducirlo o asegurarlo; el freno es una pieza de hierro donde se atan las riendas o cuerdas que conducen al caballo o al mulo y que son colocadas en la boca del mismo para sujetarlo o conducirlo. Notamos entonces que ambas piezas tienen como objetivo sujetar, asegurar y conducir al caballo o al mulo.  Esta sujeción, seguridad y conducción del caballo o el mulo, moderan los actos del animal.

De la misma manera, nuestro padre celestial, en su infinita misericordia y piedad,  fija sus ojos sobre nosotros,  y se ve obligado, en ocasiones, a colocarnos un cabestrillo y un freno, quizás  dolorosos, pero necesarios, para re orientarnos y llevarnos al camino en que debemos andar.  Lo hace porque nos ama y no quiere que nos alejemos de su plan de salvación.  Su idea es que razonemos sobre nuestras actuaciones, comprendamos su propósito, y nos arrepintamos de todo pecado acercándonos a él a través de Cristo Jesús, quien es nuestro intermediario.

Nosotros como cristianos no deberíamos esperar a que Dios tenga que utilizar un cabestrillo diferente a él para frenar nuestra vida de concupiscencia.  El mismo Dios debe ser nuestro cabestrillo y nuestro freno desde que nos levantamos hasta que nos vayamos a dormir.  Un cabestrillo que nos guía y un freno que nos ataja para no precipitarnos al mundo.

Para que Dios sea nuestro cabestrillo y nuestro freno, necesitamos de los siguientes elementos:

1.  Reconocer que somos pecadores

Romanos 3: 10-12, nos enseña: "Como está escrito: No hay justo, ni aún uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios.Todos se desviaron a una,  se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno". Y en el versículo 23 dice: "por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios".

2.  Recibir a Cristo como nuestro salvador.

Esto se hace a través de una oración de fe.  En el lado izquierdo de esta página, parte inferior, encuentras una oración propuesta.   Juan 1:12: “Más a todos los que le recibieron (recibieron a Jesús), a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Romanos 10:9:  "que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo".

3. La espada del Espíritu.

Esto es, escudriñar su palabra diariamente, atesorarla en nuestro corazón, creerla y hacer de esta,  nuestra defensa.  Recordando que Dios nos habla a través de ella.  Salmo 119: 105:  " Lámpara es a mis pies tus palabras y lumbrera a mi camino".  La palabra de Dios, será la lámpara que nos guíe por el camino en que debemos andar.

4. La oración

 Esta representa  nuestra oportunidad  de hablar con Dios.  Orar es conversar con Dios.

5. La obediencia. 

Si al tomar  la biblia en nuestras manos Satanás tiembla, y al orar satanás se aleja, al obedecer la palabra de Dios, Satanás desaparece.  El enemigo no resiste a un cristiano obediente. El verdadero cristiano es el que hace la voluntad de Dios.

6. Congregarnos. 

El congregarse o reunirse para adorar a Dios es importante porque en la congregación nos edificamos; los hermanos oran por nosotros, se estudia la palabra con profundidad, se adora fervientemente a Dios, hay manifestación de dones, y el Espíritu Santo se manifiesta con mayor poder. Mateo 18:20, dice:  "Donde están dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos".

Si no buscamos el cabestrillo y el freno que es Dios mismo, y nos los colocamos al comenzar cada día, el adversario nos pondrá uno, para desviarnos del camino y conducirnos hacia el mundo y sus placeres hasta tocar fondo.

Ahora bien, ¿De qué manera debemos acercarnos a Dios?

La respuesta está en la biblia en Hebreos 11:6 "Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan".

Este versículo deja claro que a Dios no nos podemos acercar sin fe.  Esa fe, que como dice Pedro en su primera carta, Capítulo 1, versículo 7, es mucho más preciosa que el oro, y que, al igual que el oro,  se purifica también a través del fuego, y este fuego son las dificultades que enfrentamos, pero que con la ayuda de Dios, superamos.


Así como el oro se purifica por el fuego, nuestra fe también pasa por el fuego cuando nos desviamos.

Y ¿Cuál es el camino en que debemos andar?  El camino que conduce a la vida eterna.  Dios está interesado en que transitemos por ese camino, y ese camino es Cristo mismo.  Él es el camino, es  la verdad y es la vida.  -Juan 14:6.-  Cristo es el camino para llegar al Padre.  No hay otro.  Sin Cristo y sin Dios, estamos perdidos en este mundo de impiedades.

La palabra dice también que no seáis como el caballo o como el mulo sin entendimiento.  Debemos recordar que Dios, en su misericordia, nos hizo un poco menor que los ángeles, pero mayor que los animales. Jehová, a diferencia de los animales, nos dotó de entendimiento, de razonamiento, y su luz nos guía a toda verdad. Somos nosotros quienes cerramos los ojos y los oídos espirituales a su llamado y a sus orientaciones.  Sólo tenemos que entregarnos en sus brazos y depositar en él, todas nuestras cargas.  Él las hará livianas y nos cobijará con su inmenso amor y nos llenará de sus misericordias, a través de la persona de Cristo, quien es la luz.

El Señor os bendiga y os guarde en su paz.

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