sábado, 25 de agosto de 2012

Dios es nuestro cabestrillo y nuestro freno.

Salmo   32:8
Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;
Sobre ti fijaré mis ojos.

32:9 No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento,
Que han de ser sujetados con cabestro y con freno,
Porque si no, no se acercan a ti.

Los versículos en referencia, nos recuerdan  que al igual que el pueblo de Israel divagó cuarenta años por el desierto como consecuencia de su desobediencia y de su pecado, retardando la entrada a la tierra prometida,  de la misma manera, nosotros podemos estar divagando por este mundo alejados de Dios.